sábado, noviembre 25, 2006

¡Siempre Gioconda!


La pobre se pasea por las noticias, y llega a las aulas!...[1]

Algunas veces los docentes podemos afirmar con mayor seguridad que cada grupo tiene su personalidad. Especialmente si, como en el caso al que voy a referirme, el grupo plantea cada día un desafío a la creatividad... y a la paciencia! Algunas de las tareas más participativas y originales que apliqué surgieron de la necesidad de mantener a este grupo motivado y activo, tratando de aprovechar al máximo su energía y de canalizar positivamente su hiperactividad.
Una de esas mañanas, en mitad de una clase, uno de los chicos más inteligentes y sagaces lanzó la siguiente “bomba”:
_¡Profesora!...¿es verdad que la Mona Lisa era mogólica?
La pregunta venía cargada de malicia. El alumno que la formuló me miraba con picardía, como esperando y buscando una reacción de mi parte. Y si bien el resto del grupo no estaba precisamente en silencio, la pregunta explotó casi como una afirmación desafiante.
No podía eludir el reto. Me tomé unos instantes calmando al resto de los chicos mientras elaboraba una respuesta. Una vez que pregunté de dónde había tomado el dato, alcancé a decir que, si bien la información podía haber estado en una diario, era necesario ser prudentes y analizar detalladamente dicha información, ya que era un dato demasiado agresivo y pesado como para tomarlo en forma ligera. Me pareció que la respuesta no era suficiente: el alumno la escuchó, pero no dio demasiado crédito a mi afirmación. Me dio la sensación de que él ya había tomado posición, y ésta era favorable a creer la noticia que había formulado como pregunta.
Por supuesto no quedé satisfecha. Habíamos estado tratando el tema del realismo, en dibujo y en pintura, y para ejemplificar su aplicación en la Historia del Arte había mostrado diapositivas con ejemplos de pinturas del Renacimiento (por supuesto, de Leonardo y La Gioconda o Mona Lisa, de Rafael, de Miguel Ángel), del Barroco (con obras de Caravaggio) y del Realismo (con obras de Corot y de Millet). Como pasa casi siempre, en cuanto muestro una reproducción de La Gioconda, surgen las preguntas inevitables del estilo de: ¿Por qué es tan famosa La Gioconda? ¿Qué tiene de particular su sonrisa? ¿Es cierto que el modelo era en realidad un hombre? ¿Es verdad que una vez fue robada? Etc., etc., etc.
Lo cierto es que La , retrato de Lisa Guerardini, la esposa de un comerciante florentino llamado Francesco del Giocondo, ha dejado a estas alturas de ser un retrato para transformarse en un personaje, El dato respecto a la identidad de la retratada no está confirmado, según dicen en el Louvre,[2] y este hueco en la información alimenta la fantasía. Tanta es su fama que es como si hubiese cobrado vida independiente respecto de su autor, de su modelo o de su comitente[3]. Es tal vez la obra más visitada del Museo del Louvre, lugar en donde miles de personas la contemplan año tras año. Como pasa con tantos personajes cargados de leyenda, son más importantes las anécdotas que se cuentan sobre ella que los datos serios y confiables. Y si las afirmaciones son muy disparatadas, allí está la “ciencia” para servir de paraguas para la credibilidad.
Como pasa muchas veces, la casualidad hace que nos topemos con una ayuda inesperada. La mayoría de los docentes compartimos distintos grupos de colegas en diferentes colegios, y estos grupos se transforman a veces en verdaderas reuniones de intercambio: de opiniones, de quejas, pero también de experiencias y materiales valiosos. En efecto, un colega que dicta Historia y Cívica, sabiendo que mi especialidad es el arte, me mostró un día unos artículos periodísticos con los cuales estaba trabajando y que ¡oh casualidad!, estaban referidos a La Gioconda. Y ¡oh, casualidad! por 2ª vez, uno de los artículos hablaba justamente, entre otras “maravillas”, de que según un estudio médico la Mona Lisa ¡era mogólica! Ahí estaba la culpable del desconcierto en la clase.
En otro trabajo ya he mencionado lo llamativo que resulta la repetición en los diarios de los artículos periodísticos que aluden a la Mona Lisa, o a Leonardo, o a Miguel Ángel, etc., Pero ver juntos esos tres artículos, más uno que yo ya poseía, referidos al mismo tema, era una verdadera exageración. La situación merecía un análisis más abarcador que incluyera la cuestión del manejo de la información, y no solamente el asunto de la Mona Lisa. Veamos a los culpables de más cerca:
· El primero de los artículos se titula ¿Qué tendrá la Mona Lisa? y había sido publicado por el diario Clarín[4]. Se trata de una serie de estudios “científicos” que llegan a conclusiones lapidarias: la dama del cuadro padecía de atrofia de la mitad derecha de su cuerpo, era una deficiente mental, era una mogólica.
· En el segundo artículo, titulado No se puede creer en nadie[5], se explican las razones de por qué La Gioconda no muestra los dientes: la mujer que inspiró a Leonardo tenía sífilis y los dientes estragados.
· En el tercero, titulado El color de La Gioconda encendió otra vez la polémica[6], el nivel de la información merece un poco más de consideración: la controversia está referida a la conveniencia de restaurar o no la obra.
· En el cuarto artículo, que se titula La sonrisa multiplicada de La Gioconda[7], un artista plástico realiza un trabajo muy erudito sobre las razones de la seducción que, según él, la figura ejerce, atribuyendo a la plasmación plástica de la obra las claves del éxito y la permanencia en el gusto del público.
Es una lástima que entre los dos primeros artículos y el último haya tan abismal distancia en cuanto al nivel del tratamiento de la información o el análisis. En aquéllos la noticia está tratada con morbosidad y sensacionalismo. En el cuarto, el nivel de erudición puede hacer que el lector medio lo rechace por poco comprensible. Acerquémonos un poco a cada uno de los artículos:
· Tanto en el primero como en el segundo artículos, en medio de hipótesis familiares (“el hechizo inquietante”, “el encuentro entre lo angelical y lo demoníaco”, “el enigmático mundo del erotismo femenino”, etc, etc. ) aparecen las no tan poéticas teorías de algunos científicos. La información podría sintetizarse como se ve en el siguiente cuadro:
“¿Qué tendrá la Mona Lisa?”
· 1961: el fotógrafo londinense Léo Vala:
· 1975: el médico danés Finn Be-cker Christiansen:
· 1990: según la revista L´evene-ment du jeudi: un equipo Inter.-disciplinario dijo que:
· Jean-Jacques Comtet (experto en microcirugía) y Henri Gréppo (especialista en vertebroterapia) concluyeron que:

dice que la Mona Lisa era mogólica.
habla de parálisis facial. La modelo era deficiente mental.
la dama del cuadro era hemipléjica.

tiene una mano más corta que la otra. Padecía de una atrofia de la mitad derecha de su cuerpo
“No se puede creer en nadie.”
En la revista francesa Sciencie & Avenir tres paleontólogos italianos, entre ellos, Francesco d´Errico:
analizaron los restos de Isabel de Aragón (quizá la verdadera Mona Lisa). En sus dientes se halló restos de mercurio. En el siglo XV se lo utilizaba para combatir la sífilis.
La mujer que inspiró a Leonardo tenía sífilis y los dientes estragados.
Es interesante observar también de qué manera están diagramadas las páginas que contienen los artículos, ya que revelan aspectos sustanciales del manejo significativo de determinados elementos visuales y gráficos, (el nivel iconográfico). Por ejemplo:
· En el artículo No se puede creer en nadie, a la imagen del cuadro (en tamaño mayor) se le incorporan dos ilustraciones complementarias pero de significación distinta: la imagen de la izquierda corresponde, aparentemente, a uno de los retratos de Isabel de Aragón, de gran parecido con el rostro de La Gioconda. La imagen de la derecha es un plano detalle de un juego muy deteriorado de dientes. Se supone que pertenecen a la misma Isabel de Aragón, pero no podemos saberlo con certeza. Lo que agrega impacto por medio de la tergiversación y la manipulación de los datos, es el epígrafe del grupo de fotos:
“Puede que la Gioconda tuviera los dientes arruinados.”
El conjunto de fotos forma un grupo compacto. Y el texto cumple la función de “anclaje”, es decir, nos explica de qué manera debemos leer la imagen: los dientes “arruinados” son los de La Gioconda. La manipulación se manifiesta por la contradicción entre el cuerpo principal del artículo y el epígrafe del grupo de fotos: mientras en el desarrollo de la información se habla todo el tiempo de Isabel de Aragón, en el epígrafe la información se traslada a La Gioconda: allí es ella quien supuestamente tiene los dientes arruinados. Esto está reforzado por el texto de la bajada del título, que dice:
POR QUÉ LA GIOCONDA NO MUESTRA LOS DIENTES
· En el artículo El color de “La Gioconda” encendió otra vez la polémica, la manipulación pasa por las imágenes: hay dos imágenes que reproducen el cuadro, algo así como el “antes” y “después”. Se supone que la imagen de la derecha (la de “después”) pertenece a “un estudio que muestra cómo se podrían recuperar los tonos originales”, cuando en realidad podría ser una fotografía retocada mecánicamente. Tampoco se ejemplifica cómo podría quedar la obra si en lugar de restaurarse se arruinara definitivamente. En algún sentido se pone de manifiesto una posición favorable respecto de la restauración: la obra se vería mejor con los colores recuperados.
Cuando mis alumnos leyeron los artículos, organizados en pequeños grupos, debieron analizar no solamente la información que contienen las noticias sino que trataron de establecer relaciones, compararon las notas entre sí y sacaron conclusiones. Las preguntas que, a mi entender, fueron la clave del análisis, especialmente con relación a los estudios “científicos” sobre las posibles enfermedades o malformaciones de La Gioconda, fueron las siguientes:
1. Enumera las conclusiones “científicas” que menciona el artículo sobre la Mona Lisa. (Se refiere al artículo ¿Qué tendrá la Mona Lisa?
2. ¿Qué imaginas que dirían los científicos de la mujer (Nusch Éluard) retratada por Pablo Picasso?
3. ¿Qué conclusiones puedes extraer relacionando las preguntas 1 y 2?
Los chicos finalmente pudieron realizar una lectura crítica: la descripción de tantas calamidades atribuidas a la pobre Gioconda era tragicómica. Pero lo que podía llegar a desorientar era el marco supuestamente científico dentro del que las afirmaciones se ubicaban. Por reducción al absurdo y observando el retrato realizado por Picasso, era posible atribuir a la modelo (Nusch Éluard, la esposa del poeta Paul Éluard[8] toda clase de problemas físicos y/o mentales: ojos desviados, cara atrofiada, estrafalaria en el vestir, cara manchada quién sabe por qué extraña enfermedad, mirada extraviada, síntoma de quién sabe qué patología, etc. El debate y los comentarios que se produjeron fueron realmente divertidos, pero sobre todo, ayudaron a pensar y a leer críticamente.
La pobre Gioconda es periódicamente vapuleada, pero también lo es el cubismo o las figuras de Picasso. Sin embargo ningún científico se preguntó nunca qué problemas pudieran tener las Señoritas de Avignon, la señorita Dora Maar o la señorita Marie Thérese, todos retratos o figuras realizados por Picasso.

Retrato de Nush Eluárd. Pablo Picasso







Retrato de Dora Maar.
Respecto del cubismo, Georges Braque dijo en 1908:
Yo no podría retratar a una mujer con todo su encanto natural. Carezco de esa habilidad. Nadie la posee. Debo, por consiguiente, crear un nuevo tipo de belleza que se me aparece en términos de volumen, línea, masa, peso; y debo a través de esa belleza interpretar mi impresión subjetiva. Deseo exponer lo Absoluto y no meramente la mujer ficticia.[9]
¿Cuántos habrán “comprado” esas noticias donde el arte está mezclado con la ciencia? ¿Cuántos creerán que están leyendo una nota “seria” porque están presentes ambos elementos?
Los chicos pudieron, con algo de esfuerzo, es verdad, reconocer lo que los grandes (al menos los que mencionan los artículos más sensacionalistas) no pudieron: cuando el artista crea, esa obra quizá tenga poco que ver con la realidad a la que alude. Cubista o renacentista (o realista), la obra de arte no es la persona, es algo distinto. Pretender confundir a ambas es hacer trampa, con supuestos estudios científicos transformados en falsas noticias.
Maria Rosa Diaz. 2005

[1] Publicado en la revista Aula Abierta, N° 85, 1999.
[2] Diario Clarín, lunes 31 de agosto de 1998 (recuadro: ¿Quién era la Mona Lisa?).
[3] De “cometer”: encargar, encomendar. Diccionario Sopena.
[4] Diario Clarín, 17 de noviembre de 1991.
[5] Diario Página 12 (no hay fecha).
[6] Diario Clarín, lunes 31 de agosto de 1998.
[7] Revista La Maga, miércoles 22 de abril de 1992.
[8] Paul Éluard: poeta francés (1895-1952), uno de los fundadores del Surrealismo.
[9] Rudolph Arnheim, Nuevos ensayos sobre psicología del arte. Edit. Alianza Forma.

1 comentario:

Graciela Bello dijo...

Más allá de los comentarios sensacionalistas , hay que admitir que por algún motivo inexplicable, esta obra se convirtió en MITO.
Es una obra maravillosa, pero no la única excelente de Leonardo y sin embargo, dio para hablar tanto de ella y para provocar miles de versiones.La Gioconda tiene magia.
Un saludo,
Graciela.
www.gracielabello.com.ar
http//fineartamerica.com

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