domingo, noviembre 04, 2012

Caravaggio: el genio terrible.

Cabeza de Medusa. (Medusa Murtola). Escudo de madera. Caravaggio
Perseo, el semidiós que cortó la cabeza de la gorgona Medusa, cuenta que Medusa era célebre por su belleza, muy disputada por varios pretendientes, y nada existía más hermoso que su cabellera. Había sido seducida por Poseidón (Neptuno para los romanos), dios de los mares, en un templo de Minerva (la Atenea de los griegos). La vengativa Minerva, para no dejar impune el delito, convirtió sus hermosos cabellos en serpientes. (*) Según otras fuentes, las gorgonas eran tres: Esteno, Euriale y Medusa. Pero sólo la última era realmente mortal. Tenía el poder de convertir en piedra a quien la mirara. Por eso Perseo se valió de un artilugio: para poder matarla sin ser alcanzado por su mirada mortífera , la veía en el reflejo de su escudo, y así pudo cortar su cabeza. De la sangre que brotó nacieron Pegaso (el caballo alado) y otro hermano. Pero además, Atenea (Minerva), la hija de Zeus, la diosa virgen que nació armada como un soldado de la cabeza de su padre, la puso en su escudo a partir de ese momento para ahuyentar con ella a sus enemigos.
Palas Atenea con el escudo de Medusa.
Perseo. Benvenuto Cellini. Firenze.



















La cabeza de Medusa pintada por Caravaggio y que forma parte del conjunto de pinturas expuesto en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, Caravaggio y sus seguidores), es un buen ejemplo de esa idea de "lo terrible" que encarna Caravaggio, pero también mucho de lo que también representaba el arte barroco. La Iglesia cristiana de Roma debía hacer frente al impactante cisma protestante gestado en los Países Bajos e impulsado por Martín Lutero, que había llevado a muchos fieles lejos de lo que representaba la Roma de los Papas, y que predicaba la austeridad y la rectitud pastoral que Roma estaba lejos de mostrar. El cisma fue grande, y el poder de Roma se vio tambalear. Así surgió la Contrarreforma, cuya finalidad principal era tratar de recuperar el terreno perdido frente a los cuestionamientos de Lutero, atrayendo a los fieles a volver a su seno. El arte de esos tiempos (siglo XVII) se cargó de espectacularidad (inmensas iglesias, grupos escultóricos gigantescos, obras de arte dentro y fuera de las iglesias) y de un conjunto de atractivos encaminados a estimular y atraer a través de los sentidos y las emociones. El gran director de obras en cuanto a la arquitectura barroca y la escultura monumental fue Gian Lorenzo Bernini, pero el pintor revolucionario que encarnó el barroco en Roma fue Michelángelo Merisi, más conocido como Caravaggio. Las ceremonias religiosas grandiosas, con cientos de participantes del clero, la música de los órganos, los inciensos, además de los altares ricamente adornados con esculturas y/o pinturas, eran parte de una gran puesta en escena (a la manera de una ópera) dispuesta para el impacto visual, sensual y emocional.

Las pinturas de Caravaggio mostraban el gran cambio respecto de la pintura clásica del Renacimiento. También la pintura barroca estaba destinada a conmover, tanto por los aspectos técnicos como por los temas. Toda la racionalidad presente y manifiesta en las obras renacentistas (el uso de la perspectiva científica, los desnudos idealizados, los claroscuros apenas insinuados), es revertida en Caravaggio por una escena dramática en primer plano, en donde la profundidad espacial desaparece, las suaves sombras de escenas diurnas son reemplazadas por escenas nocturnas con luces focalizadas y donde la suavidad y severidad de las expresiones se transmuta en rostros llenos de expresión, apasionados, terribles incluso, y con historias y personajes sumergidos en la tragedia y en la violencia. Esta violencia es a veces expresa, como en el caso de las decapitaciones (Decapitación de Juan el Bautista, Judith y Holofernes). En otros casos la violencia está en la presencia de personajes religiosos o sagrados, encarnados por gente del común, de la calle, pordioseros, o prostitutas (como en el caso de La muerte de la Virgen, San Gerónimo escribiendo), en las que el pintor asume con total descaro la plasmación de seres carnales, humanos, algo difícilmente aceptable para una Iglesia que todavía se debatía en mantener la sacralidad de sus personajes. Muchos de sus cuadros fueron rechazados por los comitentes, no sólo por este atrevimiento de pintar una carnalidad tan humana, sino muchas veces por atreverse a mostrar o sugerir a personajes sumergidos en una erótica de la homosexualidad, imposible de admitir para una Iglesia en la que la homosexualidad y la sodomía eran consideradas aberraciones que merecían la muerte o la castración. Pero Caravaggio se atrevía, y su desenfado no era demasiado diferente al que lo llevaba a meterse en disputas, más o menos importantes, que lo hacían tener que rendir cuentas ante la Justicia con frecuencia, tal como consta en los registros policiales de la época. Y sus encuentros y arrebatos belicosos podían dirigirse tanto a personajes encumbrados de la sociedad, como a sus pares. Los juzgados y los estudios de abogados estaban muy atareados por esos tiempos, ya que era bastante común que se recurriera a ellos tanto para una acusación de injurias o robo de obras, como de no pago de alquileres o amenazas de muerte con armas. Tanto que la historia violenta de Caravaggio no parece diferir de la de muchos otros artistas, algunos de los cuales eran, incluso, asesinos, pero ninguno de ellos era tan famoso y prestigioso como Caravaggio, y eso hace que las miradas se detengan más en él que en los otros. Su carácter belicoso lo llevó una vez a una disputa por un partido de pelota, en la que se enfrentaron con armas al final del partido (nada muy diferente a lo que hoy vemos al final de un clásico de fútbol). Pero en la pelea, Caravaggio que también quedó herido, castigó muy fuerte a uno de los contendientes, quien a los pocos días murió. Huyó de Roma y fue condenado al destierro in absentia. Luego de varios periplos y otras tantas complicaciones delictivas, recaló en Malta, donde tras pintar el retrato del Gran Maestre, fue compensado con la ordenación de Caballero de la Orden, distinción que luego le fue retirada cuando, por haber cometido otros delitos, fue encarcelado y huyó. Queriendo volver a Roma, se embarcó en Nápoles con la idea de llegar hasta Porto Ercole, cerca de Roma. No pudo llegar hasta allí porque en un paraje desierto en donde el barco recaló, fue detenido y encarcelado por error. Cuando lo liberaron, el barco había partido con todas sus pertenencias. Casi enloqueció de furia, y queriendo llegar hasta Porto Ercole, caminó por la playa infectada de paludismo. Se contagió de una fiebre fulminante y allí, a la edad de 38 años, murió.

Mucho de lo terrible del barroco, con su carga dramática y efectista, aparece en la Medusa de Caravaggio. El rostro muy iluminado contra el marco oscuro de las serpientes y el fondo, la ausencia de profundidad espacial para resaltar el primer plano, la expresión aterradora, el cuello sangrante... Sin embargo, esta ya no es la Medusa que mata con su mirada. En el mito, cuando Perseo cercena su cabeza, su poder aniquilador sigue intacto, y él puede continuar utilizándolo contra aquellos a los que se enfrenta. Pero ésta Medusa, la de Caravaggio, aparece ella misma aterrada ante la inmensidad de su muerte. Ésa es la mirada que el pintor eligió, con lo cual pareciera haber trasladado el poder de producir miedo, al de sentirlo. Se dice incluso que se trata de su autorretrato, con lo cual la connotación es aún más significativa. Muchas veces Caravaggio se pintó en el rostro de alguno de sus personajes (Baco, Goliat, Medusa), y algunos ven en la recurrencia de estos rostros andróginos tantas veces pintados, una necesidad de indagar en sus preferencias sexuales no claramente asumidas. Las referencias más o menos explícitas al erotismo homosexual están presentes en muchos de sus cuadros, sean estos autorretratos o no. Bastante explícita en los Baco y sugerida, por ejemplo, en El descanso en la huida a Egipto.
San Francisco meditando. Caravaggio.

 La luz dramática aparece también en el San Francisco. Con la técnica del tenebrismo (contraste violento de luces y sombras) inventada por él, Caravaggio dirige la vista del espectador hacia los puntos esenciales: partiendo de la mancha de luz en el hombro, se dirige al rostro que mira a la calavera sotenida por su mano (la calavera es símbolo iconográfico de la inútil vanidad humana) y termina en la cruz, recostada en diagonal, como en un lecho. La túnica raída y el fondo oscuro no hacen más que destacar esos puntos de luz. Otras obras de Caravaggio que se exhiben en la exposición son el San Gerónimo escribiendo, San Genaro decapitado, San Juan Bautista que alimenta el cordero y el Retrato del cardenal (Benedetto Giustiniani).
Otros importantes pintores contemporáneos, y seguidores del estilo caravaggiesco también aparecen en la muestra, como Orazio Gentileschi (María Magdalena), su hija Artemisia Gentileschi (Magdalena desvanecida), Orazio Borgianni, Leonello Spada, Tommaso Salini, Bartolomeo Cavarozzi, Giovan Battista Caracciolo, Orazio Riminaldi, Jusepe de Ribera y varios más. Destaco entre todos (además de los de Caravaggio) la obra de Artemisia Gentileschi, pintora a la que admiro de manera particular, y cuya Magdalena muestra el sello que le es propio:
Magdalena desvanecida. Artemisia Gentileschi.

 A diferencia de otras Magdalenas, del barroco o del Renacimiento, en las que la santa aparece cubierta o apenas insinuante, ésta muestra sin pudor alguno sus pechos, y en lugar de la actitud meditativa con que suele mostrársela mientras observa la calavera, aparece en actitud de desmayo, recordando más a las extáticas Santa Teresa y la Beata Ludovica Albertoni de Bernini, que a las Magdalenas arrepentidas de su pasado licencioso. Demasiado humano su éxtasis amoroso, y bastante lejos de la supuesta piedad que debería evocar.

Beata Ludovica Albertoni. Gian Lorenzo Bernini




Muy típicamente barroca es esa exaltación de las pasiones, supuestamente inspiradas por la divinidad, pero de indudables referencias eróticas, presente tanto en muchas pinturas de Caravaggio, como en la escultura de Bernini o en las pinturas de Artemisia Gentileschi. Sea que se trate de obras de carácter religioso como mitológico, la pasión está siempre presente para exaltar los sentidos.
Éxtasis de Santa Teresa. (detalle) Bernini.








Esta muestra de Caravaggio y sus seguidores que viene de recorrer varios lugares del mundo, merece ser visitada. Y dado que se trata de obras tan tícamente barrocas y por lo tanto bastante oscuras, es recomendable tomarse el tiempo necesario para apreciarlas debidamente, esperando que nuestra vista se habitúe a la semipenumbra, para luego sí poder disfrutarlas.






En este pequeño video les dejo algunas de las obras que se exhiben en la muestra.
Las obras de esta muestra temporal estarán expuestas en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos  Aires) hasta el 15/12.
Los horarios son:
Martes a Viernes: de 12.30 a 20.30
Sábados y Domingos: de 9.30 a 20.30
La entrada es GRATUITA...aunque ud. no lo crea!
De paso, cuando terminan, pueden recorrer la muestra permanente y visitar obras valiosísimas de nuestros pintores argentinos, pero también de autores extranjeros, como El Greco, Rembrandt, todos los impresionistas, y cientos más. ¡No dejen de recorrerla!
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Bibliografía consultada:
-Nacidos bajo el signo de Saturno. Rudolf y Margot Wittkower.
-Las metamorfosis. Ovidio. (*)
-Mitología griega. Ángel Ma. Garibay.
-Arte y psicoanálisis. Laurie Schneider Adams.

martes, octubre 30, 2012

Lisbeth van Rijn: la dueña de la magia.

Lisbeth van Rijn: la hermana del pintor. Rembrandt van Rijn
Hacía un tiempo que no visitaba el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, una joya del arte que debería hacernos sentir orgullosos por la cantidad y calidad de sus tesoros. Recuerdo que, cuando se inauguró la Sala Hirsch con la donación de obras de esta familia, una obra entre las numerosas maravillas expuestas fue la que me cautivó: el retrato de Rembrandt de su hermana, Lisbeth van Rijn. En aquel momento, sentí como nunca antes estar viviendo un momento único, atrapada en la mirada de esta mujer, y sintiendo que vivía un instante privilegiado. Hoy, muchos años después, la busqué con la secreta esperanza de repetir tan fascinante experiencia, y con el temor de haber perdido para siempre esa posibilidad. Y entonces llegué frente a ella...
Y ahí estaba, otra vez la magia en un rostro que no sabría decir siquiera que es bello, otra vez la sensación de estar atrapada en el medio del sortilegio, otra vez la sensación de estar suspendida de todo, ausente del tiempo y del espacio, ausente incluso de mi cuerpo, solamente sintiendo una especie de opresión en el pecho que sube hacia la garganta y anega mis ojos en lágrimas... Éso es, ni más ni menos, un "hecho estético", la experiencia única e inigualable que algunas obras de arte (o incluso de la naturaleza), algunas piezas musicales, nos generan sin que podamos evitarlo, y permitiéndonos esos eternos minutos en los que palpamos la felicidad. En la naturaleza no hay intención, por lo tanto no puede hablarse con propiedad de "obra de arte", pero en una pintura, como en ésta obra de Rembrandt, podemos encontrar ese momento único de comunión entre la obra y el espectador, algo que en algún momento fue la experiencia suprema del artista, y que en el momento del encuentro se transfiere a quien la contempla.
La vieja magia estaba intacta, y entonces podría decir, sin equivocarme, que esta obra de Rembrandt es, sin ninguna duda, una "obra maestra". Los expertos podrán decirnos si se trata de la iluminación, de la perfección técnica, si del realismo de las pieles, las perlas o el rostro, si se trata de la expresión en su mirada... Pero lo que provoca el hecho estético es todo eso y algo más, algo inasible que quizá nadie descubra, pero que está, qué duda cabe, allí presente esperándonos para entregarse. Y si la experiencia hubiese sido única e irrepetible, podríamos concluir que se trató de una confluencia de elementos, muchos de los cuales están en la obra, pero otros tantos estaban en mí, espectadora. Pero tantos años después poder repetir semejante momento, nos dice que es LA OBRA la dueña de esa magia, la única capaz de generarla.
Invito a quienes me lean a buscar ese momento visitando el Museo, y si frente a ustedes, la bella Lisbeth también los atrapa, podremos decir que tuvimos la fortuna de compartir, en este tiempo y en este espacio, un retazo de felicidad. Lo capturamos y lo guardamos, como un regalo al que podamos contemplar cuantas veces queramos, y que siempre estará allí para nosotros.
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domingo, octubre 28, 2012

El Museo Nacional de Bellas Artes: visita virtual.

El sitio argentino EducAR pone en la web un servicio de Visita Virtual al Museo Nacional de Bellas Artes, que nos lleva a recorrer sus diferentes salas para poder apreciar la enorme riqueza pictórica que forma parte de nuestro patrimonio. 
En este enlace podrá accederse al mismo:
http://www.argentinavirtual.educ.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=103&Itemid=111

Nuestro Museo Nacional de Bellas Artes cuenta con obras de pintura y escultura argentina y mundial de enorme valor artístico en su muestra permanente.Como por ejemplo, obras de Rembrandt y el Greco, o la importante sala de los impresionistas y pos impresionistas, con obras de Renoir, Sisley, Pisarro, Monet, pero también de Vincent van Gogh, Cezánne, Gauguin, Degas, Manet, Morissot y Toulouse Lautrec.

El Moulin de La Galette. Vincent van Gogh.
La ninfa sorprendida. Edouard Manet. 



















El despertar de la criada. Eduardo Sívori.
Pero también valiosísimas obras de artistas que actuaron y/o
nacieron en nuestro país, como Ernesto de la Cárcova, Martín Mahlarro, Eduardo Sívori, y muchísimos otros.Sin pan y sin trabajo. Ernesto de la Cárcova.




 Por otro lado, por estos días el Museo se viste de gala para recibir a Caravaggio y algunos de sus seguidores en una muestra inédita. La muestra se exhibirá hasta el 15/12/12:
Luego de realizar la ineludible visita, le dedicaremos un post especial.
¡Hasta entonces, dénse una vuelta virtual por el Museo, tal como propone el sitio EducAr!
Que lo disfruten...
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miércoles, julio 11, 2012

Desde Las Marcas a Buenos Aires.

 El Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires inaugura el 14/7/2012 una exposición de altísima calidad artística. Proveniente de la región de Las Marcas (Le Marche), en el centro oeste de la península itálica, frente al Mar Adriático y cuya capital es Ancona, quince museos han prestado sus obras para que sean exhibidas en nuestra capital.  Las obras abarcan un período que va desde fines del siglo XIV con el Gótico tardío hasta comienzos del siglo XX. La lista de pintores es muy extensa, y muchos de ellos son ampliamente conocidos a lo largo de la historia y en todo el planeta: Perugino, Rafael Sanzio, Tiziano Vecellio, Lorenzo Lotto, Carlo Crivelli, Guercino, Luca Giordano, Sebastiano del Piombo, Paolo Veneziano, Federico Barocci, Orazio Gentileschi, entre varios otros. Todos los cuadros son de género religioso, y a pesar de la temática común, las técnicas y estilos son variados, no sólo por la diferencia entre períodos artísticos sino por los estilos personales de cada pintor.
Museo Nacional de Arte Decorativo. Ciudad de Buenos Aires.



Otros pintores menos conocidos pero también grandes maestros cuyas obras están expuestas son: Olivuccio di Ciccarello, Pietro Alamanno (s. XV), Andrea Lilli, Girolamo Denti, Taddeo y Federico Zuccari (s. XVI), Cristoforo Roncalli (Pomarancio), Giovanni Francesco Guerrieri, Carlo Maratta, Mattia Preti, Joseph Heinz el joven , Giovan Battista Salvi (Sassoferrato) (s. XVII), Carlo Roncalli, Francesco Solimena, Niccoló Betucci (s. XVIII), Francesco Podesti (s. XIX) y Adolfo de Carolis (s. XIX-XX).



 Dice Giovanni Morello en "Iconografías para una exposición":

...no se trata de una exposición sobre un artista o un movimiento artístico concreto, ni tampoco una recopilación o una colección de un museo o de una pinacoteca, sino una selección de obras maestras que provienen de diversos museos y colecciones de una misma región. (...) Las obras expuestas pertenecen a diversas épocas, desde finales del siglo XV hasta principios del siglo XX. (...) La razón determinante que permitió idear esta exposición fue la clausura temporal de la Pinacoteca Comunal "Francesco Podesti" de Ancona a causa de unas obras de restauración, lo que hubiera comportado que sus tesoros artísticos fueran almacenados para gartantizar su seguridad y que, por lo tanto, no pudieran ser exhibidos a los visitantes. (En cambio)...se pensó en permitir que un público mucho más amplio pudiera admirar una selección significativa de las obras de dicha pinacoteca, junto con una selección de obras maestras de algunos museos y pinacotecas municipales de la región de Las Marcas, de varios museos diocesanos, del Museo Tesoro de la Santa Casa de Loreto y de la Galería Nacional de Las Marcas.
 

(En el video aparecen la casi totalidad de las obras expuestas en la muestra).

Los museos que contribuyeron con sus obras son:
  • Pinacoteca Civica ”Francesco Podesti” y del Museo Diocesano de Ancona
  • Pinacoteca Civica de Ascoli Piceno
  • Iglesia de Santa Lucía de Montefiore dell Aso
  • Pinacoteca Cívica de Macerata
  • Pinacoteca Civica de Jesi
  • Pinacoteca Cívica de Fabriano
  • Pinacoteca Civica de San Severino Marche
  • Museo-Tesoro de la Santa Casa de Loreto
  • Museo Diocesano y la Galería Nacional de la Marche de Urbino
  • Complejo de Museos S. María extra muros de Sant´Angelo in Vado
  • Museo Cívico de Pesaro
  • Pinacoteca Civica de Fano
  • Pio Sodalizio dei Piceni de Roma -ex Asociación di Marchigiani residentes en Roma-
Días y horarios de visitas: 

Martes a domingos de 12 a 19 hs.


A partir del sábado 14/7 sábados y domingos
de 12  a  19 hs.


Entrada $ 30
Estudiantes con acreditación y Jubilados con carnet/recibo $ 10
Menores de 12 años gratis
Martes entrada libre

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jueves, mayo 03, 2012

Duelo de gigantes...

La Batalla de Anghiari: Leonardo da Vinci. 1504. (Copia de Rubens).
Cuenta Giorgio Vasari en su "Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos" en el capítulo dedicado a Leonardo da Vinci:

"La fama de este divino artista creció a tal punto por la excelencia de sus obras, que todos los que se deleitaban con las artes y la ciudad entera quisieron que les dejase alguna memoria suya, y le rogaron encarecidamente que pensara en alguna obra decorativa digna de atención por la cual el Estado pudiera adornarse y honrarse con el genio, la gracia y el entendimiento que caracterizaban sus producciones. Por decisión del gonfaloniero y de ciudadanos importantes se estaba construyendo la sala del Consejo (...). Piero Soderini, a la sazón gonfaloniero de Justicia, le encargó la pintura de dicha sala. Entonces Lionardo (sic) comenzó por dibujar un cartón en la Sala del Papa de Santa María Novella, con la historia de Niccoló Piccinino, capitán del duque Filippo de Milán*. (...) Pensando que podía pintar al óleo en la pared, hizo una mezcla tan espesa para el encolado del muro, que cuando empezó su pintura ésta empezó a chorrear. Al poco tiempo, Lionardo abandonó la tarea, viendo el trabajo arruinado (...)". 
La sala del Consejo, conocida como el "Salón de los Quinientos".
El Palazzo Vecchio, antigua sede de la Corte florentina.
Y en el capítulo dedicado a la vida de Miguel Ángel, dice:

"Ocurrió que mientras Lionardo (sic) de Vinci, pintor notabilísimo, estaba pintando en la sala grande del Consejo, Piero Soderini, gonfaloniero a la sazón, por el gran talento que descubrió en Miguel Ángel le hizo destinar una parte de la sala. Esto dio ocasión para que compitiera con Lionardo pintando la otra pared, para lo cual tomó como tema la guerra de Pisa (**). Dieron a Miguel Ángel una habitación en el hospital de los tintoreros, en San Onofrio, y allí empezó un enorme cartón, pero no quiso que nadie lo viera. Y lo llenó de (hombres) desnudos que, a causa del calor, se están bañando en el río Arno en el momento en que se da la alarma en el campamento, atacado por los enemigos. (...) Miguel Ángel quiso mostrar (en este cartón) todo lo que sabía de su oficio. (...) Cuando el trabajo estuvo terminado, fue llevado a la sala del Papa (...) y todos los que estudiaron esos cartones y los copiaron _como lo hicieron durante muchos años los extranjeros y los ciudadanos florentinos_ llegaron a ser después artistas excelentes (...)".
Copia de la Batalla de Cascina, de Miguel Ángel, por Bastiano da Sangallo en 1542.
Lamentablemente, esa obra tan admirada, estudiada y copiada, fue llevada a casa de los Medici, y mientras nadie reparaba en ello, fue cortada en muchos pedazos y dispersada. Algunos de esos pedazos  pueden aun verse en la casa Strozzi, en Mantua. 

Respecto de estas obras en la sala del Consejo y de sus dos geniales autores, dice Marcel Brion en su biografía de Leonardo da Vinci:

"Las relaciones de Miguel Ángel y de Leonardo da Vinci eran las que pueden mantener normalmente dos artistas de igual genio y de un temperamento obstinado e intransigente. Por lo que concierne a la armonía de la decoración de la Sala del Consejo, era de entrada un error encargar los dos paneles a dos artistas tan distintos cuyas obras, frente a frente en dos paredes opuestas, no podían sino perjudicarse recíprocamente. Por un curioso azar, la fatalidad se encarnizó imparcialmente con ambos pintores no dejando subsistir ninguna de ambas obras, pero es posible imaginar que de haber sobrevivido éstas habrían causado un efecto discordante".

De acá en más queda observar ambas obras (aunque sean copias bien puede confiarse en ellas ya que fueron realizadas por grandes maestros, admiradores de los dos grandes genios florentinos del Renacimiento). No pueden ser más diferentes los momentos elegidos por ambos: mientras Leonardo (el de los suaves y mórbidos rostros, el de las dulces Giocondas y jóvenes imberbes) se aboca a expresar el fragor de la lucha en el entrevero de corceles y jinetes, Miguel Ángel elige un momento agitado también, pero en medio del relajo de los guerreros previo a la batalla. En Leonardo son protagonistas los exaltados y briosos caballos. En Miguel Ángel, un grupo nervioso de desnudos masculinos, cada uno de los cuales es una obra maestra del estudio anatómico, modelo para análisis posteriores.
Boceto de Miguel Ángel para la Batalla de Cascina.
Boceto para la Batalla de Cascina.
Ambos realizaron cientos de bocetos para sus obras. Leonardo dejó muchos de ellos en sus famosos "Cuadernos" (Codex Atlanticus). Dice Marcel Brion en su biografía:
Boceto de Leonardo para la Batalla de Anghiari (Códex Atlanticus).
(...) "los caballos de la Batalla de Anghiari, tanto en los dibujos preparatorios como en los fragmentos copiados por Rubens, son más vivos y más expresivos que los hombres, están dotados de una vitalidad terrible. (...) Criaturas desenfrenadas que comparten las pasiones de los hombres y las llevan a un grado de intensidad sobrenatural, los caballos de la Batalla de Anghiari ya no representan los escuadrones de Piccinino o de Orsino, sino las fuerzas de la naturaleza, brutas y santas a la vez, ante las que sentimos que Leonardo se prosterna con un respeto que está muy cerca de la adoración". 

Cuando el cartón está terminado y Leonardo se aboca a pasarlo al muro toma la peor decisión: sin aprender de su mala experiencia en el refectorio de Santa María de las Gracias (Milán) donde su famosa Cena había sido un fracaso técnico, decide aplicar una técnica similar, y otra vez la obra se ve malograda. Mientras Miguel Ángel tiene un éxito arrollador entre artistas y legos con su cartón de la Batalla de Cascina, su propia Batalla se desmorona chorreando por el muro. "Leonardo ha infringido las leyes del material, y el material se venga oponiéndose a los esfuerzos del artista", dice su biógrafo. Y entonces el artista decide abandonarla. 

Esta obra inconclusa  parece ahora haber sido encontrada. Las sospechas de que se hallaba bajo un fresco de Giorgio Vasari (el mismo autor de las famosas "Vidas de pintores, escultores y arquitectos"), parecen confirmarse. 

ABC
Uno de los bocetos de «La batalla de Anghiari», de Leonardo da Vinci
Se ha confirmado un descubrimiento espectacular en la historia del arte. La «caza» al célebre fresco perdido de Leonardo da Vinci, «La batalla de Anghiari», había sido emprendida hace 36 años por el ingeniero Maurizio Seracini (Florencia, 1946).
El objetivo de su investigación era comprobar si efectivamente «La batalla de Anghiari», un fresco de 7 metros de alto y 17 de largo, pintado y no acabado por Leonardo en el año 1505, se encuentra escondida detrás de otro fresco que representa «La batalla de Scannagallo», pintado -para celebrar la victoria de los ejércitos de los Médici- en 1563 por Giorgio Vasari, célebre arquitecto, pintor e historiador del arte italiano.
El ingeniero Seracini acaba de confirmar que una muestra de color negro encontrada detrás del fresco de Vasari tiene una composición química compatible con el negro usado en «La Gioconda» y en el «San Juan Bautista», cuadros que se encuentran en el museo del Louvre. (Ver nota completa aquí).

"Mediante la perforación de seis agujeros a través del fresco de la Batalla de Marciano (de Giorgio Vasari), Maurizio Seracini y su equipo han demostrado que no sólo no había una cavidad, sino también que las muestras recuperadas y analizadas a partir de esta cavidad apoyarían firmemente la tesis de Seracini desde hace años". (Ver otra nota sobre el tema aquí).

Si el descubrimiento se confirma o no, puede ser una noticia que quede sobre todo en manos de los expertos. Pero el valor y la trascendencia de la obra de Leonardo así como de la de Miguel Ángel ya han ido más allá de la importancia de su soporte material. Sería una pena que el aspecto científico de la búsqueda opacara el valor simbólico de lo que ya forma parte del imaginario a través de la multiplicación de las imágenes.
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*Se trata de la Batalla de Anghiari en que los florentinos vencieron al ejército del duque de Milán.
** Batalla de Cascina: victoria del ejército florentino sobre el de Pisa en Cascina, en 1364.
Obras consultadas:
- "Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos". Giorgio Vasari. 
-"Leonardo da Vinci. La encarnación del genio". Marcel Brion.
-"Miguel Ángel. Escultor, pintor y arquitecto". Charles de Tolnay
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miércoles, febrero 15, 2012

Las cuatro "Piedad" de Miguel Ángel

Piedad del Vaticano.

Si existe una escultura representativa del espíritu del Renacimiento, y un autor que lo encarna, son La Piedad y Miguel ÁngelSin embargo, el tema fue abordado por el gran artista en varias oportunidades a lo largo de su vida. Pero cuando decimos La Piedad, nos referimos casi siempre a ésta, la primera, la más famosa, la que realizó cuando tenía 24 años y se encuentra en la basílica de San Pedro. 
Fue el encargo de un cardenal francés quien probablemente esperaba destinarla a su propia tumba (1), y quien contrató a Miguel Ángel en el año 1498. El tema de la Virgen sosteniendo a su hijo muerto recién descendido de la cruz (y al que se denomina "La Piedad") es muy antiguo, pero el tipo iconográfico fue creado en el siglo XIII o XIV en Francia o Alemania, aunque rápidamente se difundió por Italia. Esta primera Piedad de su juventud puede considerarse la escultura más típicamente clásica de Miguel Ángel: compacta, de equilibrio piramidal y visión frontal, está hecha en un bloque único, y a pesar de ser un grupo escultórico, no hay casi partes salientes en él. Ese conjunto compacto puede perfectamente encerrarse en una forma (la pirámide) que es la más equilibrada y maciza para indicar la solidez armónica del primer Renacimiento. El clasicismo del conjunto también puede apreciarse en el realismo de la anatomía del cuerpo desnudo de Cristo, en los drapeados de la vestimenta de la Virgen, y en la serena juventud de su rostro, que a la manera de los héroes clásicos, pareciera estar más allá de los sentimientos y las emociones.
Es, por otra parte, la única de sus obras escultóricas que aparece "firmada": en la cinta que cruza el pecho de la Virgen puede leerse (en latín), "Buonarroti, el florentino, lo hizo". 


La 2ª vez que plasmó el tema de La Piedad fue en la que se conoce como La Piedad de Palestrina, porque había sido adquirida por el Estado italiano para el Palazzo Barberini, en Roma.
De fecha incierta (se establece un rango amplio: 1547-49) y con dudas sobre su atribución, esta obra es completamente diferente a la 1ª Piedad. Por de pronto, no muestra exactamente el tipo iconográfico de La Piedad (Cristo muerto en el regazo de su madre), sino más bien el "descendimiento", esto es, el momento previo al de la "Piedad". En el caso del relato evangélico, Nicodemo, el que donó su propia tumba para que el Maestro fuera sepultado, ayudó a descender el cuerpo luego de la muerte, junto con José de Arimatea. Ambos junto con Cristo son los que forman probablemente el conjunto. El grupo escultórico podría considerarse un boceto, pero con la tremenda fuerza de la que imbuía Miguel Ángel a todas sus obras, tanto escultóricas como pictóricas. Mucho menos clásica que la 1ª, ya no es la sólida pirámide la que encierra el conjunto, sino que éste se orienta verticalmente, con la figura tensamente dramática de Cristo quebrando la vertical con la posición inerte de su cabeza y las piernas en ángulo aún brotando de la masa pétrea. Por el hecho de estar inacabada puede apreciarse más claramente el concepto con el cual el artista creaba: haciendo "brotar" las formas de la propia piedra. "Esculpir es fácil"_decía Miguel Ángel. _Sólo se trata de sacar "lo que sobra"... 


La 3ª Piedad, llamada "de Florencia" o "de la obra del Duomo", o "de Santa María del Fiore", fue comenzada entre 1545 y 1550 (citado por Vasari en la 1ª edición de su obra (2)), de Roma trasladada a Florencia (dentro de la Catedral o Duomo) y de allí al Museo della Opera del Duomo, donde se encuentra actualmente. 
Piedad de Florencia.


Se dice que el Maestro la había pensado para su propia tumba, y como en otras ocasiones (Los esclavos, la 2ª Piedad, etc.) aparece también aquí el "non finito", la obra inacabada. Quizá accidental, quizá efecto buscado. El momento contado por la obra está una vez más entre el "descendimiento" y "La Piedad": Nicodemo (la figura encapuchada), ha descendido a Cristo de la cruz y lo sostiene al tiempo que María (a la derecha) lo apoya en su regazo. A la izquierda María Magdalena también contribuye a sostenerlo. Vuelve aquí Miguel Ángel a la estructura piramidal, pero a diferencia de la 1ª Piedad (la del Vaticano), el cuerpo de Cristo no se encuentra en posición horizontal sobre el regazo de María, ni vertical sostenido por Nicodemo, sino formando una S muy marcada, sobre todo por el ángulo que dibuja su pierna derecha. Algunos biógrafos de Miguel Ángel sostienen que la obra fue abandonada y parcialmente destruída por el maestro por diversas causas (mármol de mala calidad, frustración por algún error irreparable), pero lo cierto es que no sólo quedó sin terminar el rostro de María y la parte inferior del grupo, sino que la figura de Magdalena está realizada por otra mano, la de su alumno Tiberio Calcagni que la tuvo en su estudio. El dato más curioso es que, bajo la apariencia de Nicodemo está el autorretrato de Miguel Ángel, según nos cuenta Giorgio Vasari (2).


La 4ª y última de las obras con el tema de la Piedad se encuentra en Milán, en el castillo Sforza. Ludovico Sforza apodado "el moro" fue otro de los grandes mecenas del Renacimiento, para quien trabajó, por ejemplo, el gran Leonardo da Vinci. Ésta última Piedad de Miguel Ángel, llamada Rondanini por el nombre del palacio romano donde estuvo primero, fue la que lo tuvo ocupado hasta sus últimos días. Se sabe por una carta de Daniele da Volterra que estuvo trabajando en ella hasta 6 días antes de su muerte.
Piedad Rondanini.

Apenas esbozada y en un bloque casi totémico, el conjunto muestra las figuras de la Virgen y de Cristo ambos en posición vertical. Pueden apreciarse incluso algunos detalles que muestran un cierto arrepentimiento en la labor, buscándose una modificación en el diseño inicial. Más que nunca en ésta puede sentirse cómo las formas salen de la misma piedra. Si la primera Piedad muestra la búsqueda de la perfección realista junto con la espiritualidad neoplatónica del maestro, en ésta es la pura espiritualidad la que predomina. Despojada de todo detalle, incluso de realismo,  predomina en ella la búsqueda expresiva más que la de la belleza Exterior. Dice el teórico Charles de Tolnay en su obra sobre el maestro:

"El estado de beatitud religiosa a que llegó Miguel Ángel, y que logró alcanzar en sus últimas obras, no es fruto de la cándida confianza del hombre medieval, ni tampoco de la observancia de una disciplina extática artificiosamente cultivada, como en la Contrarreforma. Sumido en la soledad más absoluta, Miguel Ángel buscó el camino que había de llevarle a la gloria. Son estas prolongadas incertidumbres y búsquedas lo que confieren esa conmovedora hondura apreciable en sus últimas obras. En ellas, el sentimiento de alegría parece teñido en todo momento por los sufrimientos que hubo de padecer para alcanzarlo".
Y termina diciendo de Tolnay:
"En el último período de su vida, Buonarroti rechazó esta orgullosa y sublime concepción del artista (como un segundo Creador, casi un dios que con sus obras trasciende la naturaleza visible para alcanzar la "verdadera naturaleza") a consecuencia de su espíritu cristiano. A partir de entonces, en lugar del mundo de los arquetipos, recreó en sus obras la visión de lo divino, pero sin renunciar a la creación de una segunda realidad de naturaleza superior a la nuestra" (1).

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(1) Charles de Tolnay: Miguel Ángel. Escultor, pintor y arquitecto. Alianza Forma.
(2) Giorgio Vasari: Vida de los más célebres pintores, escultores y arquitectos.                                                     
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