jueves, mayo 03, 2012

Duelo de gigantes...

La Batalla de Anghiari: Leonardo da Vinci. 1504. (Copia de Rubens).
Cuenta Giorgio Vasari en su "Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos" en el capítulo dedicado a Leonardo da Vinci:

"La fama de este divino artista creció a tal punto por la excelencia de sus obras, que todos los que se deleitaban con las artes y la ciudad entera quisieron que les dejase alguna memoria suya, y le rogaron encarecidamente que pensara en alguna obra decorativa digna de atención por la cual el Estado pudiera adornarse y honrarse con el genio, la gracia y el entendimiento que caracterizaban sus producciones. Por decisión del gonfaloniero y de ciudadanos importantes se estaba construyendo la sala del Consejo (...). Piero Soderini, a la sazón gonfaloniero de Justicia, le encargó la pintura de dicha sala. Entonces Lionardo (sic) comenzó por dibujar un cartón en la Sala del Papa de Santa María Novella, con la historia de Niccoló Piccinino, capitán del duque Filippo de Milán*. (...) Pensando que podía pintar al óleo en la pared, hizo una mezcla tan espesa para el encolado del muro, que cuando empezó su pintura ésta empezó a chorrear. Al poco tiempo, Lionardo abandonó la tarea, viendo el trabajo arruinado (...)". 
La sala del Consejo, conocida como el "Salón de los Quinientos".
El Palazzo Vecchio, antigua sede de la Corte florentina.
Y en el capítulo dedicado a la vida de Miguel Ángel, dice:

"Ocurrió que mientras Lionardo (sic) de Vinci, pintor notabilísimo, estaba pintando en la sala grande del Consejo, Piero Soderini, gonfaloniero a la sazón, por el gran talento que descubrió en Miguel Ángel le hizo destinar una parte de la sala. Esto dio ocasión para que compitiera con Lionardo pintando la otra pared, para lo cual tomó como tema la guerra de Pisa (**). Dieron a Miguel Ángel una habitación en el hospital de los tintoreros, en San Onofrio, y allí empezó un enorme cartón, pero no quiso que nadie lo viera. Y lo llenó de (hombres) desnudos que, a causa del calor, se están bañando en el río Arno en el momento en que se da la alarma en el campamento, atacado por los enemigos. (...) Miguel Ángel quiso mostrar (en este cartón) todo lo que sabía de su oficio. (...) Cuando el trabajo estuvo terminado, fue llevado a la sala del Papa (...) y todos los que estudiaron esos cartones y los copiaron _como lo hicieron durante muchos años los extranjeros y los ciudadanos florentinos_ llegaron a ser después artistas excelentes (...)".
Copia de la Batalla de Cascina, de Miguel Ángel, por Bastiano da Sangallo en 1542.
Lamentablemente, esa obra tan admirada, estudiada y copiada, fue llevada a casa de los Medici, y mientras nadie reparaba en ello, fue cortada en muchos pedazos y dispersada. Algunos de esos pedazos  pueden aun verse en la casa Strozzi, en Mantua. 

Respecto de estas obras en la sala del Consejo y de sus dos geniales autores, dice Marcel Brion en su biografía de Leonardo da Vinci:

"Las relaciones de Miguel Ángel y de Leonardo da Vinci eran las que pueden mantener normalmente dos artistas de igual genio y de un temperamento obstinado e intransigente. Por lo que concierne a la armonía de la decoración de la Sala del Consejo, era de entrada un error encargar los dos paneles a dos artistas tan distintos cuyas obras, frente a frente en dos paredes opuestas, no podían sino perjudicarse recíprocamente. Por un curioso azar, la fatalidad se encarnizó imparcialmente con ambos pintores no dejando subsistir ninguna de ambas obras, pero es posible imaginar que de haber sobrevivido éstas habrían causado un efecto discordante".

De acá en más queda observar ambas obras (aunque sean copias bien puede confiarse en ellas ya que fueron realizadas por grandes maestros, admiradores de los dos grandes genios florentinos del Renacimiento). No pueden ser más diferentes los momentos elegidos por ambos: mientras Leonardo (el de los suaves y mórbidos rostros, el de las dulces Giocondas y jóvenes imberbes) se aboca a expresar el fragor de la lucha en el entrevero de corceles y jinetes, Miguel Ángel elige un momento agitado también, pero en medio del relajo de los guerreros previo a la batalla. En Leonardo son protagonistas los exaltados y briosos caballos. En Miguel Ángel, un grupo nervioso de desnudos masculinos, cada uno de los cuales es una obra maestra del estudio anatómico, modelo para análisis posteriores.
Boceto de Miguel Ángel para la Batalla de Cascina.
Boceto para la Batalla de Cascina.
Ambos realizaron cientos de bocetos para sus obras. Leonardo dejó muchos de ellos en sus famosos "Cuadernos" (Codex Atlanticus). Dice Marcel Brion en su biografía:
Boceto de Leonardo para la Batalla de Anghiari (Códex Atlanticus).
(...) "los caballos de la Batalla de Anghiari, tanto en los dibujos preparatorios como en los fragmentos copiados por Rubens, son más vivos y más expresivos que los hombres, están dotados de una vitalidad terrible. (...) Criaturas desenfrenadas que comparten las pasiones de los hombres y las llevan a un grado de intensidad sobrenatural, los caballos de la Batalla de Anghiari ya no representan los escuadrones de Piccinino o de Orsino, sino las fuerzas de la naturaleza, brutas y santas a la vez, ante las que sentimos que Leonardo se prosterna con un respeto que está muy cerca de la adoración". 

Cuando el cartón está terminado y Leonardo se aboca a pasarlo al muro toma la peor decisión: sin aprender de su mala experiencia en el refectorio de Santa María de las Gracias (Milán) donde su famosa Cena había sido un fracaso técnico, decide aplicar una técnica similar, y otra vez la obra se ve malograda. Mientras Miguel Ángel tiene un éxito arrollador entre artistas y legos con su cartón de la Batalla de Cascina, su propia Batalla se desmorona chorreando por el muro. "Leonardo ha infringido las leyes del material, y el material se venga oponiéndose a los esfuerzos del artista", dice su biógrafo. Y entonces el artista decide abandonarla. 

Esta obra inconclusa  parece ahora haber sido encontrada. Las sospechas de que se hallaba bajo un fresco de Giorgio Vasari (el mismo autor de las famosas "Vidas de pintores, escultores y arquitectos"), parecen confirmarse. 

ABC
Uno de los bocetos de «La batalla de Anghiari», de Leonardo da Vinci
Se ha confirmado un descubrimiento espectacular en la historia del arte. La «caza» al célebre fresco perdido de Leonardo da Vinci, «La batalla de Anghiari», había sido emprendida hace 36 años por el ingeniero Maurizio Seracini (Florencia, 1946).
El objetivo de su investigación era comprobar si efectivamente «La batalla de Anghiari», un fresco de 7 metros de alto y 17 de largo, pintado y no acabado por Leonardo en el año 1505, se encuentra escondida detrás de otro fresco que representa «La batalla de Scannagallo», pintado -para celebrar la victoria de los ejércitos de los Médici- en 1563 por Giorgio Vasari, célebre arquitecto, pintor e historiador del arte italiano.
El ingeniero Seracini acaba de confirmar que una muestra de color negro encontrada detrás del fresco de Vasari tiene una composición química compatible con el negro usado en «La Gioconda» y en el «San Juan Bautista», cuadros que se encuentran en el museo del Louvre. (Ver nota completa aquí).

"Mediante la perforación de seis agujeros a través del fresco de la Batalla de Marciano (de Giorgio Vasari), Maurizio Seracini y su equipo han demostrado que no sólo no había una cavidad, sino también que las muestras recuperadas y analizadas a partir de esta cavidad apoyarían firmemente la tesis de Seracini desde hace años". (Ver otra nota sobre el tema aquí).

Si el descubrimiento se confirma o no, puede ser una noticia que quede sobre todo en manos de los expertos. Pero el valor y la trascendencia de la obra de Leonardo así como de la de Miguel Ángel ya han ido más allá de la importancia de su soporte material. Sería una pena que el aspecto científico de la búsqueda opacara el valor simbólico de lo que ya forma parte del imaginario a través de la multiplicación de las imágenes.
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*Se trata de la Batalla de Anghiari en que los florentinos vencieron al ejército del duque de Milán.
** Batalla de Cascina: victoria del ejército florentino sobre el de Pisa en Cascina, en 1364.
Obras consultadas:
- "Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos". Giorgio Vasari. 
-"Leonardo da Vinci. La encarnación del genio". Marcel Brion.
-"Miguel Ángel. Escultor, pintor y arquitecto". Charles de Tolnay
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2 comentarios:

Nuevo Clasicismo dijo...

Acabo de descubrir tu blog (buscando información sobre Poussin) y no puedo más que felicitarte. Una muestra sobresaliente del amor por el arte. Magnífico, en serio.

Greta dijo...

Muchísimas gracias, amigo. Me alegra que te guste mi blog y valores tan positivamente mi trabajo. Bienvenido las veces que gustes.

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