sábado, diciembre 09, 2006

Et in Arcadia ego (2)

Los pastores de la Arcadia [1]
(2ª parte)
La tumba en Arcadia.


Et in Arcadia Ego. . Galería Corsini. Roma.

Cuenta el autor que la primera vez que se menciona una tumba en la poesía de Virgilio es en la Égloga V[2]: en ella Dafnis, un pastor siciliano que según la mitología griega había inventado la poesía pastoril, es recordado poéticamente por sus compañeros quienes están a punto de levantarle un monumento funerario. (La figura de Dafnis está también vinculada a la figura de Cloé, una pastora de quien estaba enamorado). Esta imagen de la “” estará desde entonces presente en la poesía y en el arte cada vez que se haga alusión a dicho lugar.
Pero la apariencia de la tumba y los cambios que fue sufriendo están relacionados con los cambios en su significado. Y en esas modificaciones, el pintor Poussin ha sido la clave.
Volviendo a la poesía, que es la gran fuente de inspiración para muchas obras, la Arcadia de Virgilio resurgió en el Renacimiento. El sentido dado por la mentalidad de la época no fue el de un lugar lejano en el espacio, sino alejado en el tiempo: Arcadia era la tierra encantada de un pasado feliz y perfecto. Es el objeto de la nostalgia de los auténticos renacentistas, un refugio donde protegerse de un presente incierto. A principios del siglo XVI el poeta Jacopo Sannazzaro escribe Arcadia, un poema inspirado en fuentes italianas y clásicas (Petrarca y Boccaccio, Virgilio, Polibio, etc.). Es el primer poema pastoril moderno cuyas escenas ocurren efectivamente en Arcadia. La diferencia que Sannazzaro establece con las Églogas de Virgilio es que, ese lugar idílico en el que transcurren sus historias, ese reino utópico, está ya perdido para siempre, y su recuerdo genera melancolía y tristeza. Ese sentimiento elegíaco se va a convertir en la característica principal del mundo arcádico.
Poco tiempo después que Sannazzaro escribiera su poema, el pintor Giovanni Francesco Guercino realiza el primer cuadro que lleva como tema la Muerte en la Arcadia. A partir de esta obra, según el análisis de Panofsky, comienza la evolución de la imagen y el significado de la Muerte que culminará con el giro dado por Poussin en la obra Et in Arcadia ego (Los pastores de la Arcadia), que se encuentra en el Louvre.

El cuadro de Guercino[3], realizado en Roma entre los años 1621 y 1623 lleva también como título Et in Arcadia ego. Muestra a dos pastores que, en medio de un bosque, se ven sorprendidos por la presencia de una construcción de piedra sobre la que se halla una calavera. Sobre la piedra, está la inscripción que da título al cuadro. La muerte está presente en la obra de manera muy clara: la imagen de la calavera como símbolo de la muerte era algo habitual durante la Edad Media. La calavera “parlante” tenía como objetivo servir de advertencia. Es un mensaje moralizante, y la traducción para el título en latín sería: “También en Arcadia estoy yo, la Muerte”. En la Edad Media los cuadros que contenían este tipo de mensajes eran conocidos como memento mori, muy utilizados por la teología moral cristiana para recordar a los vivos que la muerte está presente, que las alegrías y la felicidad pueden ser pasajeras porque al final del camino está la Muerte. Sólo que este memento mori tiene ropajes humanistas: la escena transcurre en Arcadia.
Muy poco tiempo después que Guercino abandonara Roma, llegó Nicolás Poussin a la ciudad. Es la ciudad que lo atrapa y lo conquista. Allí encontrará la fuente de inspiración para sus temas y su estilo, que irá elaborando hasta alcanzar una madurez emblemática. En Roma realiza una primera versión del tema que luego renovará: el cuadro Et in Arcadia ego (en la colección de Devonshire).

Et in Arcadia Ego. Ni colás Poussin (1ª versión). Colección Devonshire.

Esta primera interpretación del tema de la Muerte en Arcadia revela la influencia del cuadro de Guercino, pese a las diferencias formales: en ella los dos pastores están acompañados por una pastora (podría interpretarse como signo de la idea del amor) y una figura alegórica, sentada y de espaldas, en primer plano. Los tres pastores observan una tumba sobre la que se halla una calavera. Pero no se detienen en ella, sino que su atención está puesta en la inscripción: supuestamente, “Et in Arcadia ego”. Como elementos que señalan la influencia de Guercino pueden señalarse la ubicación de la escena en un medio pastoril, los pastores sorprendidos frente a la muerte, la presencia de la calavera, la inscripción sobre la tumba. También aquí nos hallamos ante un memento mori, tal vez menos macabro por el hecho de que la calavera está más disimulada sobre el sarcófago. Pero hay una diferencia más importante aún, porque marca a través de un indicio lo que será la tónica del estilo maduro de Poussin: los pastores no están detenidos observando a la calavera, el signo más claro de la presencia de la muerte, sino la inscripción sobre la tumba.
Es ése elemento intelectual el que marca la significativa diferencia, y que tal vez señala el camino para la siguiente versión de la obra.
Llegamos finalmente a la obra del comienzo: la pintura del Louvre: Et in Arcadia ego, en su segunda versión.

Et in Arcadia Ego. . (2ª versión). Museo del Louvre.
En esta obra está ya ausente toda intención moralizante, tampoco hay elemento sorpresa, y la verdadera influencia habría que buscarla en todo caso en la obra Arcadia del poeta Sannazzaro, la Arcadia como el reino utópico perdido y contemplado con melancolía, el mismo en el que se medita sobre la idea de la mortalidad. La misma composición contribuye a la significación de la obra: en lugar de una ubicación asimétrica de los pastores, ahora se equilibran a un lado y otro de un eje imaginario, la tumba se ha transformado en un bloque mucho más simple, geométrico; ha desaparecido el escorzo y ahora la tumba está paralela a la línea del cuadro; las dos figuras erguidas compensan mesuradamente a las dos figuras en cuclillas, el grupo forma un conjunto armonioso en el centro de la escena. La actitud majestuosa y serena de la figura femenina en primer plano es la que marca el tono general del cuadro. No se contempla ni se muestra un momento particular ni una escena dramática: estamos en presencia de una idea. La idea de la Muerte que no produce temor ni sufrimiento, sino que nos convoca a meditar.
Lo que nos dice Panofsky sobre el título en latín del cuadro, es que la traducción literal sería “También en Arcadia existe la muerte” (o “También en Arcadia estoy yo”), pero la verdadera interpretación para este último cuadro, aunque sea gramaticalmente incorrecta es: “Yo también viví (o “he vivido” o “he nacido”) en Arcadia, porque expresa el cambio de sentido impuesto a la obra: ya no es la calavera la que habla, ni la persona sepultada en la tumba, sino que es la tumba misma quien habla. Los gustos y los intereses de la época habían cambiado. Ya no se aceptaban elementos tan macabros como la calavera para transmitir la idea de la muerte, sino que imperaba un gusto más clasicista y mesurado. El equilibrio y la serenidad eran más apropiados para ese momento.
Aunque el elemento más decisivo para el cambio de orientación en el significado tal vez lo haya dado el amor de Poussin por la literatura arcádica. Quizá podamos encontrar la clave en estos versos del poema de Sannazzaro que describen la tumba de Arcadia:
“Haré entre estos rústicos famosa y renombrada tu sepultura.
Y de las colinas de Toscana y de Liguria acudirán los pastores
para venerar este rincón del mundo,
y sólo porque tú moraste aquí en otro tiempo.
Y leerán en el bello monumento cuadrangular
la inscripción que a todas horas mi corazón hiela,
por la que tanto dolor en mi pecho ahogo:
Aquella que a Meliseo tan altiva y rígida se mostró siempre,
ahora yace sepultada, mansa y humilde, en esta fría piedra”.
MARIA ROSA DIAZ. “Mirar y ver: reflexiones sobre el arte”. Editorial De los Cuatro Vientos. 2005
Bibliografía consultada:
· “El significado en las artes visuales”. Erwin Panofsky.
· “Mirar, escuchar, leer”. Claude Lévy-Strauss

[1] Publicado en la revista Aula Abierta N° 96 de 2000.
[2] Églogas o Bucólicas, poemas pastoriles escritos por Virgilio en el siglo I a. C. Eran un total de 10 y estaban inspiradas en los Idilios de Teócrito, un poeta alejandrino del siglo III a. C.
[3] Et in Arcadia ego: Giovanni Francesco Guercino.Galería Corsini. Roma
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

bastante interesante en verdad.
gracias por incluir este link en yahoo respuestas, soy midriel.

Luego te dejo otro comentario porque tengo unas cuantas sugerencias pero casi no tengo tiempo

Anónimo dijo...

bastante interesante en verdad.
gracias por incluir este link en yahoo respuestas, soy midriel.

Luego te dejo otro comentario porque tengo unas cuantas sugerencias pero casi no tengo tiempo

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