jueves, diciembre 23, 2010

Otra vez el "misterio" de La Gioconda...!

Una vez más el gancho que supone la figura de La Gioconda dio sus frutos en los medios de masas. En este caso, se trata de una nota publicada en el  dominical Miradas al Sur por el periodista Carlos Polimeni cuyo título apela, cuando no, a la famosa sonrisa de la Gioconda: "¿De qué se ríe La Gioconda?".

El fenómeno que representa la utilización de figuras artísticas clásicas y/o sus obras como elemento de infalible atracción en los medios de masas, en especial gráficos, ya lo había tratado en un trabajo hace algunos años (Siempre Gioconda) a raíz de la repercusión que dicho tratamiento tenía tanto en mis colegas docentes como en mis propios alumnos. Cada cierto tiempo, las figuras de Miguel Ángel, de Leonardo o de La Gioconda, son reflotadas con la garantía de un éxito mediático asegurado. Y si a los nombres propios agregamos las palabras "misterio", "mensajes ocultos", y la palabra supuestamente autorizada de la ciencia (blanda o dura), el atractivo será completo.
La excusa para la nota es, esta vez, supuestos mensajes ocultos en sus ojos...El dato aparece en la bajada de la nota, pero como el mismo es demasiado pobre, se agrega "pero...nadie pudo explicar aún bien su gran misterio. Y ahí está el gancho para construir una nota que luego será debidamente rellenada para su justificación. Porque  al dato nuevo (los supuestos mensajes ocultos) sólo se le dedica el último párrafo:
Esta semana, con una técnica de ampliación por computación, un grupo de estudiosos italianos descubrió que en los ojos de la Mona Lisa Leonardo dejó algunos mensajes para la posterioridad que hasta acá habían pasados desapercibidos. En uno están las iniciales LV. En otro el número 72. Están estudiando qué podría significar esa combinación, pero lo más probable es que jamás se sepa. Tal vez así sea mejor. Lo mejor de los misterios… es que son misterios.

Y ya está. Todo el resto es puro relleno, cosas sabidas e hipótesis repetidas. Claro, tal vez para algunos sea una novedad que el que robó el cuadro en 1911 había sido un argentino (dato ya contado en una obra literaria de Martín Caparrós, "Valfierno"), pero lo que Polimeni no dice es que ese hecho y el que alguna vez el cuadro fuera agredido en un atentado, motivaron que la obra estuviera ahora protegida tras un vidrio, y no que el vidrio la protegiera de la dañina luz, porque siguiendo ese criterio, todos los óleos antiguos del Louvre deberían estar protegidos de la misma manera. No es la luz el peor enemigo de una obra antigua, sino la temperatura y la humedad ambientes.

Tal vez el misterio mayor radique en la vigencia que, todavía hoy, tiene una figura como la de la Gioconda, o la figura de su autor, Leonardo, o su más grande competidor, Miguel Ángel. Han servido para que, tanto desde las nuevas ciencias (pensando en que se trata de una obra de más de 500 años), como el psicoanálisis o la semiología, por ejemplo, se abordara a obras y autores del Renacimiento con renovado interés. Nuevas miradas para viejas obras, que todavía hoy conmueven. Sin embargo, tal vez el misterio de la vigencia radique, justamente, en que las nuevas miradas los rescaten (a obras y a autores) manteniendo al mismo tiempo esa vigencia. Como una serpiente que se muerde la cola. Y si además una novela marquetinera (El código Da Vinci) aparece como una de las obras más vendidas de estos tiempos, el círculo vuelve dar otra vuelta. Pero volviendo a La Gioconda, lo más interesante de la cuestión es que se habla poco y nada de la obra en sí: se habla del posible significado de su sonrisa, de si era hombre o mujer, de si el modelo había sido el mismo Leonardo (ya  alguno se molestó en hacer un moving para demostrarlo...), si la modelo era Lisa Gherardini o Isabella D´Este, y como Isabella D´Este tenía sífilis y los dientes estropeados, La Gioconda aparece con la boca cerrada...En fin. Las conjeturas y los disparates se han acumulado hasta el paroxismo, en muchos casos con el apoyo de "investigadores científicos" que mejor harían en dedicar sus esfuerzos a causas más nobles que tratar de avalar con su ciencia tantas estupideces.

Yo creo en cambio que se trata de otra cosa. En realidad no voy a ser nada original, pero las ideas de los verdaderos expertos y analistas teóricos del arte (iconógrafos, iconólogos, filósofos e historiadores del arte, digamos), echan luz sobre las obras de arte para entender algunos supuestos misterios que los investigadores de las ciencias, de las otras ciencias, harían bien en prestar atención.
Hay una tendencia muy natural del ser humano a manifestarse y a apreciar en el arte lo que los griegos llamaron la "mímesis", es decir, la imitación de lo bello natural. Desde el arte de las cuevas prehistóricas (Altamira, Lascaux, por ejemplo) con su "magia simpática", hasta las imágenes hiperrealistas del presente, las figuras ilusorias escondidas en las imágenes 3D, las falsas perspectivas de Escher, los anamorfismos de los pintores del siglo XVII, las naturalezas muertas y los paisajes romanos, desde  los artilugios perspectivos de Alberti y Brunelleschi, hasta las imágenes de la televisión y el cine, o las falsas perspectivas de Julian Beaver, todas las imágenes están creadas apelando al parecido con la realidad, o jugando con el mismo, o tratando de engañar a la vista, como ocurre con el trompe l´oeil...
Julian Beaver y sus obras callejeras.
Es tan poderosa la necesidad humana de imitar la realidad como la de apreciarla en aquel que la sabe imitar. Incluso los movimientos abstractos o el cubismo, nacieron como oposición a esa misma necesidad, y tratando de desentrañar la estructura que sostiene a las obras realistas para utilizarla como elemento puro. El hecho de que un Guernica sea tan valorado y apreciado, no radica solamente en que se trata de una obra testimonial, sino por la estructura estética que la sostiene, y que el espectador, lo sepa o no, está percibiendo, sumado a la fuerza expresiva de las formas que aún alejándose de lo real, apelan a emociones y sentimientos muy reales.
Obras tan clásicas y tan realistas como La Gioconda, o cualquiera de las obras realistas de otros períodos, ocultan a la mirada desprevenida esa estructura estética, la misma que las obras abstractas muestran de manera despojada. Pero realizar una obra realista y que esta obra se transforme en una obra maestra, implica en el artista esa búsqueda de la belleza que es mucho más que la sola imitación. En el caso de la Gioconda, el uso de la proporción áurea (llamada Divina Proporción por el mismo Leonardo, y descubierta por los griegos), las reglas del realismo y la perspectiva, la aplicación del sfumatto magistral tan característico de Leonardo, y un plus de talento genial que transformó todos esos elementos juntos en una alquimia maravillosa.
Lamentablente, poder ver la obra in situ acarrea una tremenda decepción: es una obra relativamente pequeña, escondida tras un vidrio, oscura, pero aún así millones y millones la visitan cada año para llevarse esa pobre experiencia.
Sin embargo, el placer de poder ver en directo una obra conocida a través de millones de reproducciones, adornada con el halo de "misterio" que a lo largo de los años se ha ido construyendo, no deja de brindar cierta satisfacción.
El misterio sobre la Gioconda va a continuar, y volverán a aparecer artículos periodísticos como éste, o novelas que la incluyan, o noticias televisivas, pero la belleza de la obra estará siempre allí, en la imagen, la misma que hizo que Leonardo la llevara con él hasta su muerte, para luego dejársela como regalo a Franciso I de Francia. Pero ése...es otro misterio.
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