lunes, agosto 01, 2011

Mosaicos de Rávena, la joya del arte cristiano.

Mosaico del Mausoleo de Gala Placidia: la paloma es el símbolo del alma humana cristiana.
Aquello que ahora llamamos "arte cristiano" había nacido de una lucha entre la necesidad de difusión de la nueva religión y la prohibición en el uso de las imágenes, por el peligro de idolatría que entrañaban. Las primeras y rudimentarias imágenes de las catacumbas (ver nota sobre el tema: En las entrañas de Roma) junto con la aparición de los símbolos, fueron el comienzo. La importancia del uso de las imágenes se reveló como fundamental, a fin de hacer conocer los misterios y las creencias cristianas entre las capas humildes e iletradas de las diferentes poblaciones que se acercaban a la naciente religión. La aceptación fue el resultado de discusiones, luchas y hasta persecuciones, pero se convino que las imágenes no iban a ser adoradas sino veneradas. Esa primera etapa es considerada el "Arte Cristiano primitivo" y era la expresión de un arte simple, plebeyo, rudimentario, tanto en cuanto a elementos materiales como en cuanto a expresión artística. Las imágenes y símbolos cumplían la función de moralizar, enseñar y ser intercesoras entre los creyentes y su dios. Pero además eran vehículos de expresión y de reconocimiento. El repertorio de imágenes iba desde los simples símbolos (como la cruz, el ancla, el crismón) hasta las escenas más complejas, todas relacionadas con el Antiguo Testamento y/o con el Evangelio. La nueva religión apeló en gran medida al repertorio de mitos y personajes de la antigüedad, a los cuales cambió el significado. Y también al uso de las figuras de animales transformados por una nueva simbología.
Cuando el cristianismo se transformó en religión oficial del Imperio Romano (emperador Teodosio I el Grande, año 380) comenzó el desarrollo de un arte más formal y grandioso: es lo que se denomina Arte Paleocristiano, cuando comenzaron a levantarse las primeras basílicas en Roma y el arte empezó a estar a cargo de artistas con oficio y bajo el encargo de la misma Iglesia.
El Imperio Romano había empezado ya su decadencia política: pueblos bárbaros del Norte europeo habían ido traspasando las fronteras del ya muy extenso dominio romano desde hacía bastante tiempo. En el año 330 el emperador Constantino había creado, sobre la antigua ciudad de Bizancio, la ciudad de Constantinopla, desplazando de esta manera el poder imperial de Occidente hacia Oriente. Antes de eso, varias ciudades occidentales habían suplantado el protagonismo de Roma: Tréveris, Milán, Aquileia, entre otras, fueron sedes de gobierno. Pero en el 395 cuando murió Teodosio, esa división entre el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente se hizo definitiva. En el 476 cae el último emperador de Roma, y con él el Imperio Romano de Occidente. Ése es el comienzo del Imperio Romano de Oriente o Binzantino, que perdurará hasta el siglo XV, cuando los turcos otomanos tomen Constantinopla, en el año 1453.
Sin embargo, esta división entre ambos imperios no tuvo siempre las mismas características. Hubo varios intentos de reconquista por parte del Imperio Bizantino, la más importante de las cuales fue la del emperador Justiniano, quien en el siglo VI pudo recuperar buena parte del Antiguo Imperio. La ciudad de Rávena, como capital de la Italia reconquistada, se transformó en exarcado y pasó a estar en la órbita de Bizancio.
Rávena, ubicada próxima al mar Adriático, gozaba de una posición privilegiada. Su puerto la convirtió en la clave de la conexión con el Oriente, y gracias a eso conoció su período de gloria, tanto a nivel político como económico y cultural. La ciudad floreció en edificios religiosos y se transformaron algunos ya existentes, como expresión del poder autocrático del emperador. En Bizancio, el emperador concentra en sí todo el poder, tanto el administrativo como el militar y el religioso. Es lo que se conoce como cesaropapismo, y por lo tanto las iglesias fueron el lugar en donde el arte mostró esa estrecha concentración.
Emperador Justiniano: mosaico de San Vitale.
 El arte cristiano de Rávena muestra la confluencia de diferentes vertientes: la arquitectura continúa en las iglesias con la aplicación de la planta basilical (tomando el modelo de la basílica romana, a la que se le agrega el nártex y el ábside) y la planta circular u octogonal para los bautisterios (que se construían separados de la iglesia). Pero también se tomaron del Oriente modelos de planta de cruz griega (con dos brazos iguales y cúpula) o de planta centralizada.
Los dos edificios a cuyas obras vamos a referirnos muestran la influencia griega (mausoleo de Gala Placidia) y también la tradición de la planta circular romana, como la Iglesia de San Vitale.

Planta del Mausoleo de Gala Placidia.


Plano de Iglesia de San Vitale.


















Basílica de San Vitale: exterior. Rávena.
Si bien los edificios son interesantes de analizar, en especial el de San Vitale por la originalidad de su diseño, es a los MOSAICOS que haremos referencia. 
El mosaico es una técnica decorativa que hunde sus raíces en la Grecia Helenística. El más antiguo que se conoce es el de Alejandro Magno (La batalla de Isos), pero los romanos hicieron de esta técnica una de las preferidas para pisos, techos y paredes de todo tipo de eficio y con los más variados temas: desde formas geométricas hasta florales, animales, retratos y escenas mitológicas, con diseños sencillos o complejos y ricamente elaborados. El arte cristiano primitivo también utilizó esta técnica en las primeras basílicas, utilizando el repertorio de la imaginería bíblica y evangélica. El arte bizantino llevó el uso de la técnica a las más altas cotas de perfección. Y es por eso que a ellos vamos a referirnos en esta nota.

Una iglesia cristiana debía ser austera y despojada por fuera y lujosa por dentro, como el buen cristiano. Debía darse mayor importancia a la belleza interior que a la exterior.  Y así son las iglesias y bautisterios de Rávena mostrando esa primitiva concepción simbólica.
Mausoleo de Gala Placidia: exterior.
Gala Placidia era la hija deTeodosio, y había sido capturada por los visigodos de Alarico durante el saqueo de Roma, en el año 410. Luego de muchas vicisitudes,  Gala se casó con Ataúlfo, rey de los Godos, asesinado en el 415. Volvió a casarse, esta vez con Constanzo (nombrado césar por Onorio) con quien tuvo un hijo: Valentiniano, quien sería emperador con el nombre de Valentiniano III. Mientras su hijo era menor, ella ejerció las funciones de emperatriz. Se convirtió a la fe cristiana y se apoyó en la iglesia, tanto religiosa como políticamente. Durante su reinado, Rávena se enriqueció con edificios admirables, entre ellos, la basílica de San Juan Evangelista y la iglesia de la Santa Cruz, con un oratorio anexo que fue luego el Mausoleo de la Augusta, o de Gala Placidia, uno de los lugares más ricos en cuando a decoración musiva.
El mosaico llamado "El buen pastor", que se encuentra en una de las lunetas del mausoleo, es un bellísimo ejemplo de una de las influencias estilísticas que muestran los mosaicos ravenenses.
La figura del Buen Pastor es una herencia iconográfica de la Antigüedad Clásica. 
La tipología está tomada del arte griego, el moscóforo, que aparece en algunas esculturas clásicas. Durante el helenismo la figura del pastor personificaba a Aristeo, dios de los jardines, que era ampliamente representado. Esta figura del pastor está también presente en la Biblia, desde Abel, pasando por Abraham, Jacob, Moisés y también David. Todos ellos eran pastores antes de ser llamados por Dios. El cristianismo le agrega un significado nuevo: Jesús es el pastor, y las ovejas son los fieles a los que el pastor cuida y salva. También se utiliza algunas veces la figura de Orfeo, quien encantaba a las ovejas con los sonidos de su flauta y que bajó a los reinos infernales para rescatar a su amada Eurídice. Es una prefiguración de la imagen de Jesús, quien también descenderá a los reinos subterráneos para rescatar a las almas antes de conducirlas al Cielo. (En las entrañas de Roma).
El tratamiento de la escena pertenece al estilo helenístico: Jesús es representado como un joven imberbe y de cabellos claros. A diferencia del Cristo de tradición Siria, que es representado con barba y cabello oscuro peinado con raya al medio, que será más frecuente en la figura del Pantócrator (Cristo Omnipotente). Se trata de una escena campestre en la que el joven Pastor está sentado en una roca, rodeado de sus ovejas y sosteniendo su cayado, que es a la vez una cruz. El elemento que le confiere sacralidad es la aureola, dorada y plana, detrás de su cabeza, utilizada para señalar el status de santidad. Pero hay diferentes elementos que caracterizan el estilo naturalista de herencia helenística:
-la escena está ubicada en un paisaje, un lugar que pretende parecerse a un lugar real, aun cuando no exista en la realidad: rocas, vegetación y un cielo celeste, que si bien puede ser convencional, se parece a un cielo real.
-la figura de Jesús está sentada en una posición que indica movimiento y profundidad: su cuerpo está de 3/4, con el rostro y las piernas hacia un lado, y el torso hacia el otro. Uno de sus brazos sostiene el cayado, mientras acaricia una de las ovejas con su otra mano. Tanto el manto como los pies están indicando realismo y profundidad espacial: claramente un pie está hacia adelante mientras el otro está de perfil y detrás.
-las 6 ovejas (número simbólico, por otra parte, como el 3, el 4 ó el 12) están en distintas posiciones, y también indican profundidad espacial y realismo, aun cuando puedan parecer algo grandes con relación a la figura del Pastor. El realismo de las ovejas se observa tanto en cuanto a sus formas como en cuanto al volumen indicado por medio de sombras propias (aunque no proyectadas).
-finalmente, la relación de tamaño entre el Pastor y las ovejas se acerca bastante a una relación proporcional, y no tanto a una relación jerárquica, como sì ocurre en la pintura románica o la egipcia, por ejemplo, pinturas de carácter más simbólico y abstracto, en las que la figura de Dios o del faraón son de mucho mayor tamaño que el resto de las figuras.
 


Compárese el fresco del Buen Pastor con esta escena de San Apolinar en Classe:


 La otra obra que analizaremos será uno de los mosaicos que pertenecen a lo que tal vez sea la obra más magnífica del arte bizantino en Rávena: la iglesia de San Vitale. 


En San Vitale se muestra como en ninguna otra iglesia, la ruptura del espacio que la diferencia de la unidad espacial de, por ejemplo, el Panteón de Roma: la sucesión de arcadas, los mármoles de diferentes colores, el brillo dorado de los mosaicos, todo contribuye a crear un espacio que es más ilusión que realidad. La perforación de los huecos, el tambor y la cúpula produce juegos de luces y sombras que contribuyen a disgregar el espacio. (*) Pero lo más significativo del repertorio de mosaicos (que cubren pisos, paredes, techos, lunetas, arcadas, intradós, etc.) es tal vez el par de mosaicos que se despliegan en el ábside, en los laterales del altar: el emperador Justiniano con su séquito y enfrente, la emperatriz Teodora con su séquito.
En éste último vamos a detenernos:

La presencia de la pareja monárquica tan próxima al altar es muy significativa de la relación entre iglesia y poder político: el emperador concentra en sí los poderes temporales y espirituales. Ésto se conoce como cesaropapismo, tal como mencionamos más arriba. El basileus, cuya persona es consustancial con Dios, ha recibido por delegación del más allá el poder secular que ejerce (**). Esta vinculación entre Dios y el emperador se traduce en un lenguaje plástico diferente al del estilo de herencia helenística:
-Los personajes, dispuestos en friso, están concebidos como maniquíes, de los cuales los ropajes cuelgan con rigidez geométrica. La falta de atmósfera, la postura de los pies, que no tocan el suelo (obsérvese, incluso, cómo algún pie está "pisando" a otro pie vecino), los grandes ritmos lineales y la pureza del color, dan al conjunto un carácter de irrealidad que no llegan a alterar la presencia de algunos elementos del ambiente (cortinas, puerta, fuente, dosel) que los rodean (*).
-Predominan los elementos decorativos, tanto en el tocado de la emperatriz, como en los bordados de las damas de la corte y en frisos y columnas, donde los mosaicos imitan piedras preciosas.
-El carácter hierático de los personajes, lo que le otorga la rigidez de lo sagrado, se evidencia en la falta de realismo de las figuras, su carácter icónico: no tienen volumen, los paños son rígidos, los rostros aunque diferenciados, son todos frontales e inexpresivos.
-Predomina la sucesión de figuras típica de las series, similar a los frisos egipcios en los que los personajes son todos de la misma altura. La única diferencia entre la emperatriz y sus acompañantes es su tocado y la aureola que la sacraliza.
-Y finalmente, el elemento más altamente simbólico que caracteriza al mosaico bizantino es el fondo de oro: ese fondo que es más celestial que terrenal muestra la pretención de sugerir la presencia del más allá.
La emperatriz Teodora es uno de los personajes históricos femeninos más interesantes que se conozca. Surgida de las clases más bajas de Bizancio, hija de un domador de osos del hipódromo, prostituta y actriz, por su inteligencia, su encanto y su ambición logró convertirse en la mujer más importante de Bizancio al casarse con el emperador Justiniano.

En los siglos siguientes (VII y VIII) el arte de los mosaicos sufrirá los efectos de las luchas inococlastas, que llevará a la destrucción de muchos de ellos. Por este afán iconoclasta y por influencia islámica, la decoración se reducirá al uso de formas decorativas y abstractas. Pero luego, el renacimiento de los siglos IX al XI durante la dinastía macedónica les devolverá su vigor artístico, aunque con características diferentes.
_________________
(*) Cuadernos de arte: el arte cristiano. Bedoya, Gallego, Lynch y Ocampo. (CEAL).
(**) Historia del Arte. Germain Bazin.
Colección Forma y Color: Los mosaicos de Rávena.
Ravenna: por Luca Mozzati. Guía Artística Electa.
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